Según la leyenda, el traslado de los restos mortales de San Millán, que reposaban en el cercano Monasterio de Suso (“arriba”), dio origen a su construcción al negarse a pasar de este lugar los bueyes que tiraban de la carreta que los transportaba.
Dichos restos reposan actualmente en este Monasterio.
Coexistieron Suso y Yuso de manera independiente, bajo distintas órdenes religiosas, hasta principios del siglo XII pero finalmente quedo el monasterio de Yuso como casa principal de la orden benedictina.
Los siglos XI y XII fueron los de mayor esplendor en este monasterio tanto en lo espiritual y religioso, como en lo artístico y cultural.
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