La paradisíaca y kilométrica playa que, en pleno Parque nacional de Doñana, se extiende como camino costero entre las localidades de Mazagón y Matalascañas, es durante todo el año y principalmente fuera de la época estival un maravilloso enclave donde disfrutar del silencio solo roto por el oleaje, de la tranquilidad, de un espectacular paisaje dunar y de unas peculiares formaciones rocosas. La unión de todo ello hace difícil el momento de abandonar este lugar.
Una muestra de todo ello son las siguientes fotografías, de hace pocas fechas.