Una
vez desembarcados, circundamos la espectacular y bien conservada muralla, que
puede también recorrerse en altura deparándonos unas preciosas vistas, y por
cualquiera de sus cuidadas puertas nos adentramos en la ciudad antigua de Dubrovnik.
Quedamos
inmersos en ese momento en una preciosa
ciudad medieval que ha resistido muy bien el paso del tiempo y las calamidades
bélicas que hasta el fin del pasado siglo ha sufrido.
Las siguientes fotos son una pequeña muestra de los emblemáticos edificios que la adornan y de los recoletos rincones que pueden ser descubiertos paseando por sus estrechas callejuelas.
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