En años anteriores, desde hace
ya muchos, acudíamos para la celebración de esta entrañable festividad local
hasta nuestro bonito “Parque de la Tejera” inundándole por un día de
colorido, bullicio y alegría, al reunirnos con amigos y conocidos con los que,
además de la organización de muchos de los actos festivos, compartíamos unos
momentos de relación distendida.
Este año las circunstancias
nos han obligado a la cancelación del festejo, pero como dice el refrán, que “no
hay mal que por bien no venga”, ello nos ha permitido acceder al Parque
de una forma totalmente distinta a la de otros Mayos, y además con una mente
también abierta a otras sensaciones.
De esta forma, desde que hemos
ido acercándonos a él hemos podido disfrutar del entorno tan privilegiado
que tenemos al alcance de la mano y que quizás en el día a día cotidiano, hasta
la llegada de esta maldita crisis sanitaria, no habíamos valorado
suficientemente.
La tranquilidad y el silencio
que se respira en él, la belleza de los colores en un día tan resplandeciente
como el de hoy, la majestuosidad del paisaje que lo conforma y rodea, el canto
de los pájaros y el colorido de las florecillas y hierbas que lo alfombran da
una sensación de paz al espíritu que es difícil describir, pero muy fácil de
sentir.
Otros mayos llegaran y
seguiremos disfrutando de la festividad, pero mientras tanto valoremos el
precioso entorno que tenemos y sobre todo cuidémosle, respetémosle y no lo
ensuciemos y destruyamos pues constituye no solo nuestro patrimonio sino el que
debemos dejar a las próximas generaciones.
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